lunes, 23 de abril de 2012

Y Dios comienza a hilvanar mi historia …


   En el camino aprendí que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros, sólo que como no sabemos cuáles son esos  planes… debemos dejar conducirnos por Él sin preguntar. Y así, como al descuido, nos vamos cruzando con las personas que nos ayudarán a ir recorriendo ese camino y realizar nuestro cometido. Siento que todo esto pasó en mi vida y que seguramente seguirá pasando. 

   Toda mi formación sistemática la hice en el Colegio Malvina Seguí de Clavarino (para nosotros Villa Malvina) de Gualeguaychú; y digo toda porque allí funcionó, desde el momento de su creación y por muchos años, también el Instituto del Profesorado Secundario Sedes Sapientiae donde me recibí de Profesora en Ciencias Económicas. Este Instituto del Profesorado fue fundado en abril de 1963  por Monseñor Jorge Ramón Chalup, quién también  fundó, muy cerca uno del otro, el Seminario Menor Colegio Pio XII (conocido como el Pre-Seminario). Para quien no conoce mi ciudad, estos establecimientos estaban ubicados en el Suburbio Norte de la misma, y en el tiempo de mi educación formal, era una zona bastante despoblada. “La Villa Malvina” sigue estando en el mismo lugar, pero el Seminario Menor Colegio Pio XII, con el tiempo cambió de lugar para establecerse en la calle Primera Junta Nº 75; en ese edificio funcionan hoy dos instituciones distintas: el Seminario Mayor María Madre de la Iglesia que  comenzó sus actividades en marzo de 1988 y el  Complejo Educativo Pío XII , dos instituciones diversas, autónomas,  compartiendo el mismo edificio.

   ¿Por qué cuento todo esto?  Sencillamente porque es el comienzo de mi relación con las Hermanas Franciscanas de Gante. En ese Seminario Menor estaban realizando su misión de servicio las Hnas Margarita Pittia, Jacinta Scatolaro y Josefa Folmer y el Instituto del Profesorado fue el lugar de nuestro encuentro; Jacinta cursó conmigo el primer año y después abandonó, Josefa cursaba su último año en Ciencias Económicas y Margarita comenzaba su carrera de Asistente Social. Con Margarita transitamos los cuatro años por el Instituto, si bien con carreras distintas, había materias que nos unían porque las dictaban en conjunto. 

  Así el Señor fue entretejiendo los hilos… y al terminar los estudios… la Hna Martha Cuatrin fue a buscar profesora de Contabilidad para la carrera de Peritos Mercantiles del ICR que iniciaba el quinto año de su primera promoción. La Hna Margarita me llamó, hablé por teléfono con la Hna Martha y en marzo de 1971 estaba aquí. Hermoso comienzo para una historia de vida en el ICR.
     
   Paradógicamnte, el "Sedes Sapientiae"  ya no está en la Villa Malvina sino en el Pío XII, no tiene como oferta educativa ni el Profesorado en Ciencias Económicas ni la carrera de Asistente Social... y las Hnas Franciscanas de Gante hace muchos años que ya no están  allí.

    De esa, mi llegada al ICR, tengo una anécdota grabada a fuego y que cada vez que la evoco veo cuán distintos son los tiempos, las comunicaciones, la forma de vida. Paraná era una ciudad a la cual sólo ubicaba en el mapa de la provincia, y conocía algunos lugares a través de las conversaciones con una amiga que tenía amigos y familiares acá y que me hablaba de sus paseos por el rosedal. Con la Hna Martha habíamos quedado que estaría en Paraná el 1 de marzo para una reunión de personal.
 
    Y ese día llegó. En la madrugada del mismo tomé el colectivo de la empresa Ciudad de Gualeguay con destino a Paraná, sabiendo que tenía unas seis horas de viaje. Llegué a la vieja terminal de ómnibus, estaba lloviendo y yo no tenía  idea de dónde estaba ubicado el Instituto. Así que me acerqué a uno de los taxis que estaban esperando a los pasajeros, subí al primero de la fila y con vos muy firme dije al taxista:
            -  ¿me puede llevar al Instituto Cristo Redentor?
   El taxista giró su cabeza, me miró y emprendió al ansiado viaje. Tomó por Avda Ramírez, cruzó las 5 Esquinas, cruzó la Plaza Belgrano y al llegar a Villaguay, giró en U, tomó la otra mano y llegando al Nª 2735 frenó y girando la cabeza nuevamente, con suavidad me dijo:
           -  ahí tiene su Cristo Redentor
        -  al darme cuenta del trayecto realizado, sólo atiné a preguntar ¿cuánto es? … no recuerdo la cifra, saqué la billetera y pagué.

    Tomé mi bolso, mi cartera, el paraguas y bajé del auto. Mientras caminaba por esa entrada majestuosa del edificio, no alcancé a divisar el Cristo Redentor allá en lo alto. Me acerqué a la puerta con un temblor en las piernas que me subía a todo el cuerpo, toqué el timbre y esperé. Me pareció un siglo… hasta que alguien se acercó a la puerta y abrió. Un rostro sonriente me invitó a pasar,  rostro que caminó conmigo durante muchos años y que ahora está desde hace bastante en Larroque: la Hna Irene Burchardt  y que fue mi Vice Rectora del turno tarde por un tiempo.

   Mientras cruzábamos todo el edificio central donde estaba el internado para alumnas del interior y el edificio de las escuelas primarias hasta llegar al secundario, pudimos intercambiar algunas palabras sobre nosotras. Al llegar al aula donde se estaba desarrollando la reunión, sentí que miles de ojos se posaban sobre mí, imposible describir esa situación. Pero esa rara sensación de desprotección duró muy poco… la Hna Irene hizo la presentación y, tal vez porque estaban muy cerca de la puerta, tal vez porque… Luisa Mundani de Follonier (Chola Follonier) y Ramón Solari se acercaron para darme la bienvenida y… el miedo pasó. Luego conocí a la Hna Martha y recibí el saludo afectuoso de los demás compañeros. A todo esto ya faltaba muy poco para que la reunión terminara, así que en pocas horas volví a la terminal para tomar el colectivo de regreso a mi ciudad, sólo que esta vez, a ese destino… llegué caminando.


                                                                                                                   María Adela Pon 

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