lunes, 6 de julio de 2015

Una carta...



  El próximo 15 de Agosto de 2015 la Congregación de las Hermanas Franciscanas de Gante estará de fiesta…  porque  se cumplen 300 años de que Juana Teresa Crombeen, que nació en Bélgica el 19 de Junio de 1652, madurara en su espíritu el proyecto de trabajar por el bien espiritual del prójimo, especialmente de la niñez necesitada, y de fundar una comunidad religiosa de jóvenes Terciarias como ella. Un anhelo que concretó un 15 de Agosto de 1715 con la admisión de cinco primeras compañeras que acariciaban el mismo ideal de unión con Dios y de apostolado fundando la “Comunidad de Hijas Espirituales” y si bien sus miembros no emitieron votos, todas hicieron el firme propósito de observar la obediencia, la pobreza y la castidad y se comprometieron a vivir vida común y a dedicarse a la educación de niñas pobres. Es así que sin demora abrieron un internado y una escuela gratuita para procurarles una subsistencia honrada enseñándoles labores manuales, religión, lectura y escritura… y comenzó a recorrerse el largo camino de estas Hermanas que llegaron a Argentina el 23 de Julio de 1893 al puerto de Buenos Aires provenientes de la Casa Matriz de Bélgica y a Villa Urquiza, Entre Ríos, el 2 de Agosto para fundar el “Hogar La Providencia”, a través del llamado que les hizo Monseñor Teófilo Van Damme.

   Mucho ya he escrito sobre el accionar de las Hermanas en tierra Argentina… pero sin saber por qué, guardé una parte de la historia sin publicar… tal vez porque estaba destinada a salir a la luz en esta fecha… como un regalo para compartir en esta celebración tan especial.

   Esta parte de la historia  la encontré en un compendio que me acercó la Hna Martha Cuatrín hace bastante tiempo y en el que aparecen, agrupados por temas, trozos de las cartas escritas por las Hermanas que llegaron en las primeras tres caravanas  (1893, 1895, 1896) a nuestro país  y cuyas destinatarias eran sus compañeras de Bélgica. Al leerlas… volví a elevar la mirada para agradecer… porque esta vez tomé contacto con una parte de la historia que estaba totalmente oculta para mí y de la cual nunca había tenido ni el más mínimo indicio... hasta que leí el Libro de Oro.
   Y es a ese libro al que voy a recurrir para comenzar a hablar sobre este tema. Siempre situé la llegada de las Hermanas a nuestro querido país para asentarse en Villa Urquiza y fundar el “Hogar La Providencia” en 1893 y después, por pedido de Monseñor Van Damme, a Cristo Redentor en Paraná en 1902. Pero en medio de estas dos realidades… hay una parte de la historia muy poco conocida y que en el Libro de Oro se señala textualmente “el 21 de abril de 1895 fijó nuestra Congregación su residencia en Paraná, llamada por la Sociedad de Beneficencia, a fin de iniciar un orfanatorio, idéntico al de Villa Urquiza, que denominaron Orfanatrofio Santa Rosa de Lima”.

   Con todo afán pusieron manos a la obra, en cooperación con sus abnegados señores Capellanes, el venerable Canónigo Don Domingo Toujas, Pbro. Domingo Corbi Rodríguez y el Pbro. Juan B. Cresta.

  Pero en los designios eternos estaba decretado para ellas otro campo de acción. Por haber menguado el número del personal a raíz del fallecimiento de la Hna Gonzaga (el 29 de enero de 1896 a escasos dieciocho meses de su llegada a Argentina junto con la Hna Constancia), de la Hna Constancia (después de haber trabajado 22 meses en “Hogar La Providencia” fue enviada a Paraná como Superiora del Asilo Maternal. Falleció el 8 de diciembre de 1896) y de la Hna Berchmans (a quien las Hermanas en el libro de Oro señalan como la  organizadora del Asilo Maternal y que había llegado a Villa Urquiza el 7 de mayo de 1896 junto con la Hna Germana en la tercera caravana. Falleció el 11 de marzo de 1900 a raíz de un violento ataque al corazón.) y  por otras razones particulares, el Rvdo Padre Fundador juzgó oportuno concentrar las fuerzas en el Asilo “Cristo Redentor” fundado en 1902.” Sobre la Hna Berchmans más adelante en el Libro se consigna: “… desgastó sus energías físicas en la organización del Asilo Maternal. No siendo suficiente el personal, ella se multiplicó, acumulando cargos, llenando vacíos, interponiendo sus buenos servicios por doquier.”

    Y así empecé a compaginar y relacionar la información, a hurgar nuevamente en los documentos para completar los datos… y compartir el espíritu que animaba a las Hermanas a través de sus propias palabras consignadas en sus cartas.

   Una vez bien plantadas en Villa Urquiza, algunas Hermanas ya anhelaban una extensión en otros lugares, hasta en otras provincias. Hermanas… que habían llegado a Argentina no siendo tan jóvenes en edad pero con un indeclinable espíritu de lucha, entrega, sacrificio, servicio y,  sobre todo… sueños.  

   El día que llegaron las Hermanas Dionisia, Teresa, Blondina, Antonia y Borromea, el 27 de marzo de 1895 en la segunda caravana a Villa Urquiza, no se tenía en vista, con  claridad,  la fundación que surgiría. Escribieron desde allí: Hasta ahora no sabemos cuándo se abrirá la casa en Paraná. Sin embargo, la fundación no se dejará esperar mucho tiempo”. 

   Pero otra vez los designios de Dios mostrando sus planes: el 22 de abril de 1895, una Hermana escribió desde Paraná (seguramente esta referencia que aparece en el compendio, corresponde a la Hna Constancia, Superiora del Asilo) “Les escribo estas palabras en la bonita casa del “Asilo Maternal Santa Rosa”. Ayer, celebramos la inauguración solemne. Ya el día antes de la fiesta, la bandera argentina ondeaba en el tejado del instituto junto con varias banderas de otras naciones.

    La Iglesia del hospital cercano (se refería al Hospital de Caridad de ese entonces, de propiedad municipal y administrado por la Sociedad de Beneficencia) donde tendría lugar la solemnidad religiosa, se encontraba ornamentada lo mejor posible. Del coro hasta la puerta de entrada, el pavimento estaba cubierto de alfombras preciosas; el altar parecía una sola flor. Cientos de velas brillaban alrededor. Por la mañana, las penitentes del convento del “Jardín de María” y los enfermos del hospital celebraron su Pascua. Estamos emocionadas hasta las lágrimas  viendo las pobres niñas quienes hasta hace poco tiempo se daban al pecado, acercarse al Señor con el rostro angélico. La Comunión de la Pascua de los enfermos fue organizada con una procesión magnífica. Adelante marchó una banda de música dentro de la multitud de velas seguidas de varones con un hábito corto y detrás tres sacerdotes bajo el baldaquín del Santísimo. Mucha gente siguió en silencio. Nosotras también seguimos y llegamos en dos salones grandes donde los enfermos, vestidos de blanco estaban en sus camas blancas como la nieve, las manos cruzadas esperando el momento feliz de la visita celeste. El Capellán dijo algunas palabras reconfortantes y de consuelo y distribuyó la Santa Comunión, mientras que la música animaba la devoción de los creyentes con tonos lentos y armoniosos.

   Después vino la inauguración solemne del Asilo Maternal, hecha por tres sacerdotes rodeados de siete monaguillos. Voces de varones ejecutaron cantos acompañados del órgano. En la Consagración y Comunión tocaron la banda de música que habíamos visto en la procesión. Volvimos a la casa a las nueve horas y la mañana entera estuvimos preparando la fiesta de la tarde. Nos ayudaron las señoras benefactoras que han tomado nuestra casa bajo su protección y nos rodeaban con grandes cuidados  y muy corteses.

   A las dos y treinta, la banda de música tocó en nuestro patio. El Vicario General de Paraná junto con algunos sacerdotes llegaron para bendecir la Capilla y la casa. La casa entera se llenó de gente. Ricos y pobres la cruzaron con rostro agradecido. Después de la bendición el secretario de la Diócesis habló a la gente. Agradeció a la Sociedad de las Hermanas de los Pobres por la fundación de esta  linda obra, destinada a producir frutos magníficos de santidad. Habló muy largo del espíritu de amor de Jesús y de la Santa Iglesia, de las buenas obras de beneficencia de Bélgica, católica y pequeña; del espíritu de liberalidad y de generosidad de la Congregación de las Hermanas Franciscanas que brinda con tanto amor sus miembros para realizar la obra del Asilo Maternal. Entonces, el señor abogado tomó la palabra y en nombre de la autoridad ciudadana y de todo el pueblo argentino agradeció a la Sociedad de Damas y a las Hermanas Franciscanas.

   Después, las señoritas repartieron medallitas en recuerdo de la inauguración (en la Colección de medallas que posee la Universidad de Buenos Aires, Facultad de Medicina. Biblioteca Central, se encuentra una de ellas identificada con el Nº 176,  Caja 4). Entonces, la gente se retiró poco a poco, con lágrimas en sus ojos, dejándonos solas en nuestra linda y ya querida casa. Encontramos todo lo que podríamos desear en cuanto a comodidades; salones altos y anchos, con ventanas grandes y anchas, provistas al interior y al exterior de contraventanas; corredores que nos liberan del calor; parece uno de los más lindos pensionados de Bélgica.                                  

   Nuestras clases comenzarán el lunes próximo. ¡Que podamos, en la querida Paraná, sembrar las buenas semillas de la vida cristiana! ¡Que podamos hacer conocer y amar a Jesús y a su Iglesia a todos los niños que nos confiarán!

    Hace poco hemos inscripto el número 45. Admitimos solamente niños muy pobres que residirán aquí todo el día y comerán a costa de las generosas señoras.

   En los diarios han escrito mucho sobre nuestra Congregación y del Asilo Maternal. ¡Que podamos responder a sus esperanzas! ¡Que podamos ser instrumentos valiosos en la mano de Dios para el pueblo argentino, generoso y bienhechor, para que el premio celeste caiga sobre él!”
  Hubiese podido contar esta historia con mis palabras pero… no se podría leer entrelíneas. Esta carta tiene más de un siglo… y si cerramos los ojos podemos imaginar que allí estuvimos presentes porque su autora se encargó de dejarnos este precioso legado…  transmitir el objetivo de su misión en esta tierra tan lejana a la suya… hacer saber de su alegría y de su entrega… escribir con el corazón.

  Pero esa obra para las Hermanas tuvo un final. En  una carta escrita por Monseñor Van Damme y dirigida a la Madre Superiora del Hogar la Providencia se consigna:


“Cristo Redentor. Marzo 11 de 1905

Querida hija en NSJC


            Las Hermanas habrían dejado el Asilo Maternal hoy si no fuera sábado. Se ha resuelto que van a salir el lunes; es una grandísima lástima, pero es irreversible.

   He hablado con el Sr. Obispo sobre su distribución; dijo que lo haga yo hablando previamente con las nuestras. Esta distribución no es de mucha importancia; es provisoria; Gante determinará cuál será la definitiva. Aquí hay mucho trabajo, pero poco lugar. Creo que provisoriamente las Hermanas Emiliana y Germana (ambas fallecieron en 1932) deben permanecer aquí y las demás ir a esa.”

  Y estas cartas fueron la que despertaron en mí también la necesidad de intensificar la búsqueda de datos con la finalidad no sólo para poder ubicarnos en el contexto geográfico sino también para enriquecer, vivenciar y complementar la historia; y eso fue lo que me motivó a intercalar ya algunas anotaciones para ir comprendiendo durante su apasionante lectura y es lo que ahora  me propongo ampliar.

  De la visita a la página web que tiene la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de Paraná, pude obtener los siguientes datos sobre el “Hospital de Caridad”

    “La historia de nuestra Parroquia tiene sus orígenes en torno al antiguo hospital, llamado “Hospital de Caridad”, ubicado en las calles Dr. Enrique  Carbó y Gualeguay (actualmente llamada calle Presidente Illia).

   El primer Hospital de Caridad en Paraná se estableció en 1805. Se utilizó para ello una antigua capilla, copia del Panteón de Roma, que se hallaba ubicada en la manzana oriental del, por entonces, “Fuerte Grande” (Plaza Sáenz Peña).   (Autor: Miguel Ángel MERNES - Feb. 2001.)

  Años más tarde, en 1820, se realiza el primer censo en la Provincia por disposición del Gral Ramírez.  Se percibe un notable incremento en la edificación como consecuencia del aumento comercial e industrial de la época. Los inmuebles existentes por entonces se triplicaron y este no es un dato menor. Los datos reflejaron alrededor de 4292 habitantes y 781 viviendas.

  Y, en ese año, el Gral. Ramírez organiza el primer “Hospital de la Caridad” –frente a la plaza Nueva Grande, hoy Sáenz Peña (Extraído del sitio de la Municipalidad de Paraná )

   Originalmente la antigua capilla que fue destinada a Hospital de Caridad ocupó la manzana ubicada al Nordeste de la Plaza Sáenz Peña.  La edificación lateral era de estructura moderna.  En el año 1873 la sociedad de Beneficencia de Paraná encaró la tarea para comenzar la obra de construcción de un hospital,  que sería ampliación del pequeño hospital municipal.

  En el año 1875 se le concede a la Sociedad de Beneficencia la administración interna de dicho establecimiento y establece así proseguir las gestiones para la reconstrucción del hospital, el cual también tendría su propia Capilla.

  El señor Vidaechea reconstruyó el hospital. Una vez habilitado, se resolvió en Septiembre de 1876 traer a las Hermanas de la Caridad, y dejar bajo el cuidado directo de ellas dicho establecimiento. El 25 de Julio de 1878, se terminó de construir la Capilla del hospital la cual, se hizo con los fondos de la Sociedad  y la ayuda del pueblo.  

  Tras haber prestado su servicio por más de una centuria fue dispuesta su demolición en Mayo de 1964 junto con la Capilla para dar lugar a la construcción del actual complejo habitacional de monoblocks que hoy ocupa este sitio.”


   Recurriendo a uno de los escritos del blog "Homenaje al Ingeniero Arquitecto Juan Antonio Buschiazzo" fechado el 28 de diciembre de 2009,  podemos complementar lo hasta aquí consignado. Allí se expresa lo siguiente:

    “Hacia 1894 el Hospital de Caridad recibía un aumento de subvención. En ese mismo año Don Jaime Baucis se dirigía al H.C.D. dando las bases para un nuevo Hospital ante la falta total de capacidad del Hospital de Caridad. En la sesión del 11 de Marzo de 1895 se trató la adquisición de un nuevo terreno destinado a este fin. Luego de extensas conversaciones se resuelve autorizar al D.E. adquirir el terreno ofrecido por Don Néstor F. de la Puente en la suma de veinte mil pesos. El solar se ubicó en las calles Gualeguaychú, Diamante, Garay y Río Negro (calles denominadas actualmente: Gualeguaychú, Enrique Carbó, Presidente Perón y Pascual Palma). La piedra fundamental del nuevo Hospital General San Martín se colocó el 25 de Mayo de 1895.

   La construcción de las obras tuvo muchas alternativas durante los 17 años que precedieron a su inauguración… y recién el 29 de Mayo de 1912 se produjo la habilitación inmediata al servicio del público y autorización a la Asistencia Pública para el traslado de los enfermos desde el Hospital de Caridad, hecho éste que se produjo el Jueves 30.” 

   En cuanto al “Asilo Maternal Santa Rosa de Lima” 
 cabe señalar que este asilo ocupaba un edificio construido sobre un gran terreno donado por el Sr. Fernández de la Puente ubicado en la esquina delimitada por las calles Gualeguaychú y Gral. Manuel Belgrano; luego pasa a ser un asilo de niñas durante el gobierno del Dr. Salvador Maciá y, a partir de 1910, se lo denomina Asilo Bernardino Rivadavia. Este edificio, en la actualidad y desde hace ya unos cuantos años, se encuentra dividido en dos sectores. Sobre calle Gualeguaychú Nº 322 (en cuyo frente, en lo alto, se lee Asilo Bernardino Rivadavia) se encuentra la entrada de la parte ocupada, por la Jefatura Departamental Paraná de la Policía de la Provincia de Entre Ríos desde fines del año 2009, Departamento que desde su creación y hasta la fecha no cuenta con edificio propio. Con anterioridad también allí había funcionado la Unidad Académica de Medicina de Paraná dependiente de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) - Santa Fe,  habiéndose firmado, el 15 de octubre de 1998, el Contrato de Comodato entre la Unidad Docente Académica de Medicina de Paraná y la Sociedad Hermanas de los Pobres, para que la Unidad Docente contara con edificio para el funcionamiento de sus actividades académicas.  El 6 de noviembre se realiza el Acto Inaugural. En el 2004 las autoridades del gobierno de Entre Ríos resolvieron renunciar al Convenio suscripto con la UNR en Abril de 1994 y que el 15 de Marzo de 1995 la Legislatura de la Provincia de Entre Ríos sancionó con fuerza de Ley Nº 8.901. 

   Sobre calle Gral. Manuel Belgrano Nº 323 se encuentra la entrada del “Hogar Rivadavia” el que mantuvo abiertas sus puertas hasta el 30 de abril de 2015.  Este Hogar estaba a cargo de la Sociedad Hermanas de los Pobres, una institución con un fuerte compromiso social que tiene allí su sede para prestar sus Servicios de Atención a Menores con Alojamiento y que recibía subvenciones del Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf) y otros aportes esporádicos desde el Gobierno Provincial.  En el Hogar se albergaban niñas de entre 5 a 13 años y la cantidad siempre iba fluctuando porque eran enviadas por un Juez y permanecían en él hasta que fuesen adoptadas. Una placa identifica esta parte del edificio, que a la fecha está en refacción. 

  Y... al terminar de armar mi escrito… como si quisieran fehacientemente cerrar una historia que duró 120 años… los datos aparecieron para complementar y corroborar la información que sobre el cierre del Hogar había consignado y que había recibido en forma verbal. El día 6 de Julio de 2015 mediante una extensa nota en El Diario, uno de los periódicos de la ciudad de Paraná, la Comisión Directiva de la ONG Sociedad Hermanas de los Pobres (que tiene como Presidente a Victoria Dayub, como Vicepresidente a Susana Scalvinoni, como Secretaria General a Débora López y como Tesorera a Elizabet Kihn) aclara esta situación. Creo que es importante transcribir la nota textualmente ya que el edificio siempre funcionó como Hogar desde su nacimiento y ahora muestra muchas deficiencias para seguir haciéndolo por lo que después de las vacaciones de Julio en el lugar se retomarán las actividades como Centro de Día.  En la entrevista realizada expresan: “Este lugar no se cerró, se desvinculó con el Copnaf temporariamente, nosotros teníamos una media de doce nenas. Este último tiempo se dio la bendición de que se pudieron adoptar a algunas hermanitas y aquí quedaron cinco nenas de las cuales una ya estaba en proceso de adopción. También decidimos  y para ello consultamos incluso a empleadas, rever el tema del edificio. Las condiciones en que se encuentra, donde dormían las nenas y otros lugares se encuentran en malas condiciones y con elementos obsoletos. Por ejemplo se llovía el techo de la habitación de las nenas. Enviamos una nota a la Municipalidad porque está reconocido como edificio histórico. Contactamos con un ingeniero que nos recomendó deshabitar el edificio.”

 Luego agregaron: “Tenemos cinco nenas (entre 6 y 12 años), todas reubicadas en otros lugares del Conaf, hemos ido a visitarlas y sabemos que están bien. También desde el Copnaf nos recomendaron, junto a las empleadas, que al haber pocas nenas y no se estaba en condiciones habitacionales, cortar el vínculo. Decidimos que era el momento propicio para hacerlo porque era más fácil reubicar cinco nenas para poner en condiciones el edificio. En su momento aquí hubo 60 criaturas. Notamos que se estaba desaprovechando el edificio y se seguía deteriorando. Ahora se hizo este corte temporario para empezar a refaccionar más que nada para solucionar temas de electricidad y gas. Primero se habilitará una parte del edificio y queremos empezar lo antes posible con un Centro de Día para chicas de las mismas edades. El objeto de la Institución es el cuidado de las niñas y eso no se va a modificar. Funcionaría de mañana empezando con un desayuno y llegando hasta la tarde con talleres, apoyo escolar, destinado a la infancia más vulnerabilizada. Hablaremos con las escuelas cercanas para realizar la convocatoria”…


 Más adelante, en la nota, expresaban: …“El Hogar se cerró el 30 de abril, previamente hubo reuniones con el Copnaf y se decidió que se cierre ese día. Pero no fue de un día para otro. Incluso la ex Directora del Copnaf (Mariela Astrada) y su hermana que era administrativa de la residencia, redactaron la nota. Había razones para su cierre pero nosotros lo hicimos básicamente por el estado del edificio. Después de las vacaciones de Julio comenzaremos a funcionar como Centro de Día con el personal de la Institución y con voluntarios por la tarde para los talleres. Para eso ya estamos refaccionando un ala del edificio.”



      En la esquina del edificio hay otra placa con el relato del inicio de los acontecimientos... en su encabezado aparece: “Sociedad Hermanas de los Pobres Asilo Rivadavia” y en ella se puede leer: “La Sociedad Hermanas de los Pobres fue fundada el 25 de Agosto de 1881. Primeramente actúa como taller donde se confeccionaba ropa para ser distribuida entre la gente humilde. Afianzada ya la Sociedad recibe la cesión de una fracción de terreno hoy Gualeguaychú esquina Belgrano, del Sr. Fernández de la Puente. El 21 de abril de 1895 se inaugura el asilo maternal “Santa Rosa de Lima…”… pero lo que nadie cuenta… lo que se ignora… lo que no se menciona en ninguna parte… esos 10 años de entrega y de servicio de las Hermanas… está en esa carta… escrita el 22 de abril de 1895 por una de las protagonistas de la historia.


   Una carta… testimonio fehaciente y revelador de un tramo de ese largo camino que empezaron a recorrer las Hermanas Franciscanas desde Gante (Bélgica) a partir de un 15 de Agosto de 1715.








                                                                                                            María Adela Pon

lunes, 23 de marzo de 2015

El empeño infinito...



    El pasado 6 de marzo de 2015  una noticia volvió a abrir el baúl de los recuerdos, como ya lo habían hecho otras en años anteriores en la misma fecha, con la diferencia de que esta vez no quise dejar pasar la oportunidad de consignarlos.

   Ese día me puse a leer, como todas las mañanas lo hago mientras tomo mate con mi esposo, uno de los periódicos de mi ciudad “El Diario” más precisamente, y de pronto allí estaba… un artículo cuyo título llamó mi atención “La monja del empeño infinito”... con esas palabras y el nombre del barrio donde trabajaba “Gaucho Rivero”, aún sin que mediara la fotografía que ilustraba la nota, imposible hubiese sido no identificarla. En los primeros renglones pude leer  Llegó en 1987 al barrio Gaucho Rivero y en ese lugar se quedó para siempre. Fundó una capilla, un hogar de día y una escuela que brinda apoyo escolar. Aunque ha dejado algunas funciones, sigue activa: participa en la catequesis, organiza comunidades eclesiales de base y cada mañana pone los pies en el piso a las 6.30.

   Elvira Bustos nació y creció en un campo de Villaguay  y siendo ya mayor de edad,  a los 21 años, se decidió a seguir la vida religiosa: se hizo monja. Dejó atrás una vida de muchos: 18 hermanos, y se anotó en el noviciado de las Franciscanas.
  Se hizo religiosa con el fervor de salir a misionar a tierras extrañas, lejanas: quiso ir a la Patagonia, junto a los Dominicos. No pudo. La Hna Mariana, ese es su nombre de religiosa, no pudo salir de Entre Ríos: la enfermedad de la madre la ató a esta geografía.   Elvira Bustos, nacida en Villaguay, convertida en la Hna Mariana, cumple hoy 91 años.
  Si se hace bien la cuenta, lleva 70 años como monja, y 28 de esos años entregados a una comunidad donde echó raíces para siempre: Gaucho Rivero.”

   La Hna Mariana… religiosa de la Congregación de las Hermanas Franciscanas de Gante… una Hna con la que lamentablemente tuve sólo contactos esporádicos durante mi permanencia en el Instituto, pero  sí sabía de su obra y su trabajo en una zona de Paraná conformada por barrios castigados por la pobreza: Gaucho Rivero, Santa Rita, San Jorge, Padre Kolbe, Anacleto Medina Sur.  Cómo no enterarnos de su obra si todos los años los alumnos se abocaban no sólo a la búsqueda de alimentos, vestimenta, calzados, etc… que eran destinados a los niños a los cuales la Hna Mariana destinaba sus esfuerzos, sino también por las visitas que a ellos les realizaban.

   Pero no sólo los alumnos tenían contacto con la obra de la Hna Mariana, muchos de los docentes (generalmente ex alumnos del Instituto) compartían con ella su trabajo y su ayuda,  porque seguían manteniendo con ella el vínculo nacido en el conocimiento mutuo seguramente desde sus ingresos a la escuela primaria, o desde su ciudad de origen, un conocimiento que en mi caso comenzó sólo desde mi llegada a Paraná y que implicaba no sólo a ella sino también a la Congregación, a las Hermanas… y hasta a la ciudad misma en todos sus aspectos.  Quien ha sufrido un desarraigo de su ciudad natal por cualquier motivo aunque sea muy joven y  tuvo que insertarse sola en otro lugar, como en mi caso, sabe que no es fácil adaptarse al nuevo medio por todas las connotaciones que ello implica: establecer relaciones, familiarizarse con los sitios culturales y recreativos, ete, etc… todo lleva su tiempo y su esfuerzo… es como renacer en otro lugar con un libro que se inicia con páginas en blanco porque los años anteriores de la vida, esos que hablan de su crecimiento, su formación, sus lazos afectivos y su vocación… no están escritos en él.  

  Y ese fue seguramente el motivo por el cual mi relación con la Hna Mariana y su obra no fuese tan estrecha y fluida como podría haber sido estando ambas compartiendo la misma ciudad y en contacto con otras Hnas de su misma Congregación, pero eso no significa que desde el Instituto no hayamos compartido espacios y proyectos.

  Y uno de ellos vino a mi memoria… y me fui a hurgar entre los papeles que conservo de aquellos tiempos. Y allí apareció “Hacia la construcción de nuestra identidad”, fechado en 1997, en el contexto de una Reforma Educativa que se puso en marcha en 1999 con todas las implicancias que esto conlleva, motivado por el  Eje Organizador: Estilo de vida franciscano y elaborado por  Juana Cian de Oroño (bibliotecaria del turno de la tarde), los catequistas Alejandro Taleb, Nancy Albornoz y Fabián Villaba (también docente) y los docentes Margarita Yánez de Reyes y yo.  Entre los fundamentos que nos llevaron a la formulación de este proyecto consignamos: “el Ideario de la Congregación establece un determinado perfil para esta Institución, pero tiene un margen de actuación, de propuestas y de elaboraciones que es de responsabilidad de nuestra comunidad, por lo que es necesario una reflexión más detallada sobre la forma de configurar la propia identidad del Instituto Cristo Redentor. Pero como ella no se configura de una vez y para siempre ya que las personas involucradas se van renovando y el medio en el cual se actúa va cambiando, el análisis de estos puntos y el deseo que nuestra comunidad adhiera al estilo de vida franciscano, es lo que motiva la formulación del proyecto…

… Un proyecto que tiene como objetivos reflexionar sobre quiénes somos, qué pretendemos y cómo nos insertamos socialmente. Aprehender el sentido de vivir de acuerdo a la propuesta de San Francisco de Asís.  Traducirlo en valores de vida para influenciar sobre nuestro entorno aquí y ahora….

… la propuesta consiste en un proyecto dinámico en el tiempo, de reelaboración y evaluación continuos, con actividades concretas a realizar a lo largo de cada ciclo lectivo….

… para el ciclo lectivo 1997 las actividades estarán orientadas a lograr profundizar el conocimiento de algunos aspectos de la vida de San Francisco y de la obra que las Hermanas de la Congregación realizan…

… con el propósito de profundizar el conocimiento de la obra de las Hermanas para el personal se propone: festejar el día de San Francisco con la Comunidad del Gaucho Rivero; y para los alumnos: a través de la exposición de las actividades que los alumnos han realizado en las Comunidades de Las Lomitas, el Gaucho Rivero y Villa Urquiza.”

  Pasaron los años y yo sigo recordando ese día. Para el 4 de Octubre nos fuimos encontrando de a poco con los integrantes de esa Comunidad de acuerdo a las posibilidades horarias de cada uno. Compartimos juegos, almuerzo y a la tarde la Misa, un bello día pasado allí reunidos por un festejo tan caro a los sentimientos y el accionar de toda la Congregación y los integrantes de los centros educativos que tienen las Hermanas a su cargo.

  Pero la Hna Mariana no llegó sola  al barrio Gaucho Rivero en 1987,  a su lado  estaba la Hna Dolores Engelberger.  Comenzaron a trabajar y juntas fundaron en 1989 la capilla San Francisco de Asís  y   la Escuela Primaria Nº 201Gaucho Antonio Rivero” si bien es una escuela pública, fue fundada en el mismo año  por iniciativa de ellas.
  En ese predio, en al año 2002,  juntas abrieron oficialmente las puertas del Centro de Día Virgen de la Esperanza en el marco de la  tarea que ellas venían realizando en el barrio desde su llegada, y más tarde, en el año 2007, también fundaron la Escuela de Recuperación e Integración Nº 207 “Juana Teresa Crombeen”. El Centro de Día "Virgen de la Esperanza" y la Escuela Privada de Recuperación e Integración Nº 207 "Juana Teresa Crombeen" promueven actividades que estimulan el desarrollo integral de niños, niñas y adolescentes en contexto de vulnerabilidad. Contribuyen a mejorar su rendimiento escolar y la permanencia en la escuela. A su vez, realizan actividades que permiten el desenvolvimiento de las propias capacidades creativas y recreativas en pos de mejorar su calidad de vida. Ambas instituciones dependen de la Asociación Civil "Instituto Cristo Redentor" y funcionan en el predio de la Capilla San Francisco de Asís ubicada en el barrio Gaucho Rivero de Paraná.

    
  Y allí están…  siguen en esa Comunidad trabajando sin descanso  en compañía de una hermana, también monja de la misma Congregación de la Hna Mariana: la Hna Stella Maris. A diario, al Centro de Día y a la Escuela de Recuperación e Integración asisten 200 chicos…. un muro de contención a la marginación y al fracaso escolar.

    
   “Dios no tiene miedo de las periferias. Por eso, si ustedes van a las periferias lo encontrarán allí” decía el Papa Francisco en su encuentro con los Catequistas en el  Congreso Internacional sobre la Catequesis (Roma, 26-28 de septiembre de 2013) sobre el tema: “El catequista, testimonio de la fe”… y ese mensaje que está encarnado en el espíritu de la Hermanas desde su Consagración a la Vida Religiosa es el que siempre ha guiado todo su accionar.

  Catequista… en ese rol la conocí a la Hna Dolores Engelberger en el Instituto Cristo Redentor.  Allí nació una relación de mucho afecto. Pasaron los años y un día Dolores se fue al Gaucho Rivero. Cada vez más nuestros encuentros se fueron espaciando, y ahora ya hace muchos años que no la veo… pero el afecto sigue intacto.

    A lo largo de los 30 años de mi permanencia en el Colegio conocí y compartí mi trabajo diario con muchos catequistas. ¡Cómo olvidar sus Celebraciones en la Capilla La Asunción preparadas para fechas especiales, sus campamentos con los alumnos ocupando el predio  del Hogar La Providencia de Villa Urquiza, sus convivencias…! En mis comienzos en el Instituto eran las Hermanas las que ejercían este rol, pero poco a poco los seglares, especialmente ex alumnos que desempeñaban al mismo tiempo otras funciones (bibliotecarias, auxiliares docentes, preceptores, profesores…) fueron sumándose para acompañarlas en esa vocación. A lo largo de todos los escritos que he realizado en este blog, se fueron deslizando los nombres de muchos de ellos, pero  sé que si quisiera nombrarlos a todos seguramente algunos no quedarían consignados en la lista.  Es por eso que he elegido que a través del reconocimiento de la labor de la Hna Dolores Engelberger vaya implícito mi reconocimiento también a la de cada uno de los que desempeñaron y siguen desempeñando esta maravillosa tarea.

   ¡“Ser” catequistas! No trabajar como catequistas, ¡eh! ¡Eso no sirve! Yo trabajo como catequista porque me gusta enseñar… pero tú no eres catequista, ¡no sirve! ¡No serás fecundo! ¡No serás fecunda! Catequista es una vocación: “ser catequista”, esa es la vocación; no trabajar como catequista. Entiendan bien, no he dicho “hacer” el catequista, sino “serlo”, porque envuelve la vida. Se guía al encuentro con Jesús con las palabras y con la vida, con el testimonio. Ser catequista significa dar testimonio de la fe; ser coherente con la propia vida. Me gusta recordar aquello que San Francisco de Asís decía a sus frailes: “prediquen siempre el Evangelio y si fuese necesario también con las palabras”. Pero antes el testimonio: que la gente vea en sus vidas el Evangelio, pueda leer el Evangelio” decía el Papa Francisco en su discurso en ese Congreso… y ese testimonio… en el barrio Gaucho Rivero… es una realidad.

   El  empeño infinito… un título que tomé prestado del artículo que dio origen a este escrito  y que define el accionar de estas Hermanas… con una indeclinable entrega al servicio de los más pobres…  allí en la periferia…  para encontrar a Dios.


                                                                                                                    María Adela Pon