domingo, 17 de noviembre de 2013

Un lugar... "el lugar"



   Para iniciar este escrito no hace falta decir nada más…. creo que en el poema  expreso todo lo que quiero  evocar de este lugar tan convocante. Quien ha trabajado en el Colegio… sabe de lo que estoy hablando. No hay más palabras para agregar, sólo que la apreciación de las vivencias, dependerá de las tareas que cada uno haya desempeñado y de los otros espacios que se pudieran compartir, pero este espacio era el favorito… el  elegido...  el de los secretos... 







El lugar de los encuentros


Como iniciando el camino

al estudio y  convivencia,

apenas entrando al túnel…  

había un lugar preferido,

muy alegre y luminoso,

fascinante … y exclusivo.

Desde la entrada nos envolvían

sonidos cautivadores,

que mágicamente nos prometían

momentos muy especiales,

en ese sitio atrapante…

¡la sala de profesores!

Era la cocina del Cristo,

el lugar de los encuentros

para  las manos tendidas

 y los oídos atentos.

El espacio ideal…

para hablar con el amigo,

para  aprender las recetas,

para charlar de los hijos,

para jugar como niños

o  planificar las fiestas.

Ningún tema era excluyente:

los alumnos, los amores,

los roces circunstanciales,

las noticias, los rumores,

las planificaciones, las notas,

los problemas salariales,

y  hasta los varones, que eran pocos,

aprendieron a cambiar pañales.

Todos esperábamos ansiosos

que el timbre nos convocara,

sabíamos que el cafecito

en esa sala esperaba.

Las ordenanzas en los termos

siempre a punto lo llevaban

porque era el regalo del día

con que ellas nos mimaban.

Siempre había un motivo

para iniciar una charla:

un casamiento en pocos días,

la construcción de la casa,

la enfermedad de los hijos

o el proyecto que se afianza.

El tiempo que se vuelve escaso

para corregir los exámenes,

el lavarropas que no anda,

el dinero que no alcanza.

Muchas veces fue testigo

de extensas reuniones de área

para establecer el rumbo

planificando estrategias,

explorando soluciones

para ese curso difícil,

propiciando siempre el diálogo

buscando las coincidencias.

Entre esas cuatro paredes

entrelazamos las  manos

para zanjar diferencias,

para llenarnos de calma,

para luchar por los sueños,

para arroparnos el alma.

Su seducción aún perdura

con  sus sonidos inquietos,

tal vez… porque esa sala sea

la que protege los secretos

de esa comunidad que construimos

con entrega, ganas y esfuerzos.

Ella esconde en sus rincones

las marcas de nuestras penas,

sabe de nuestras alegrías

y también de los problemas.

Nadie como ella atesora

las lágrimas derramadas,

y esos  sanadores momentos

de  reírse a carcajadas.

Es la que custodia las huellas

que allí dejamos grabadas,

porque allí entretejimos vidas

porque allí anudamos lazos,

porque ella conoce la  historia

… la historia de nuestros pasos.


                                                                                                 María Adela Pon

miércoles, 23 de octubre de 2013

Entrecruzando vivencias...



   Hoy,  23 de octubre,  un nuevo aniversario… y hoy quiero recordar ese acontecimiento  sobre el que escribí con vehemencia en Buscando respuestas..., a través de las palabras del Lic. Jorge Bergallo. En octubre del 2002, al momento de festejarse el centenario de su fundación, él escribió un poema que muy pocos conocen y que generosamente me hizo llegar no hace mucho tiempo junto con la autorización para poder publicarlo. Lo guardé justamente para compartirlo en esta fecha en la que todos los caminamos alguna vez por algunas de sus escuelas, recordamos de forma especial.

CRISTO REDENTOR

En el corazón de un hombre santo se gestó tu vida;
cien años atrás nacías como asilo Cristo Redentor,
 en el castillo comprado, de torres altivas sobre la colina
que los paranaenses habían donado a un tal doctor…

Monseñor Teófilo  Van Damme, te ungió para servir,
con un nombre y una misión; y en mil novecientos dos,
al carisma de las Hermanas Franciscanas de Gante,
 de su Bélgica amada, seguro y para siempre, te confió.

En tus primeros años, fuiste hogar de niños huérfanos,
y el Padre del cielo que en noches otrora sabías mirar;
repentinamente recogió en su abrazo a muchos de ellos;
 un tiempo prudente tus puertas tuviste que cerrar.

En el descanso cambiaron tus planes más no tu misión:
alojando a niñas huérfanas del campo, volviste a vivir,
y en Santa María pequeña escuelita, recibiste a cada una
como hogar fraterno enseñándoles oficios, para subsistir.

Luego  volviste a admitir niños, aunque sólo en el jardín:
y en el treinta y cuatro  ya reorganizado te reconocieron
escuela primaria con nombre de prócer de fe y de valor:
Manuel Alberti; y con el número ocho que se te asignó.

Pasados los años, por los cuarenta, otro sueño comenzó
hiciste más aulas con enorme esfuerzo y mayor pasión,
 e increíblemente en el cuarenta y cuatro, el fruto se vió:
creaste la secundaria llamándola “Instituto Cristo Redentor”.

Creciste  enorme, acogiendo alumnos siempre en el amor,
llegando el día  en que por ellos, escindiste tu primaria en dos;
siendo en el  turno tarde donde la nueva escuela nació,
 a la que Hermana Rosalía de Borger, número tres, se la llamó.

A la par de tu historia transcurrió la de la Congregación.

la obra se extendió en convento, noviciado, fundaciones
de hogares, escuelas y comunidades; y por los sesenta,
un Templo sobrio de estilo gótico, dedicaste a la Asunción.

Jesucristo y la Iglesia, Francisco y Clara, Teresa y Teófilo
ayer; y las Hermanas belgas, argentinas y chilenas hoy,
junto a los seglares congregados, en reunión de amor
renuevan la fiesta y arriesgan la vida en misión compartida,
creyendo que vive y llama a servirlo en el pobre, el Señor.

                      23 de Octubre de 2002                                               Lic.   Jorge Bergallo                                                                                   


P/D:   Jorge Bergallo, un querido preceptor y catequista con el cual caminamos juntos un trecho por el ICR.  De él tengo consignado un comentario en Esos infatigables caminantes… 

  Gracias Jorge por permitirme compartir  ahora también este poema.
             
                                                                                                                  María Adela Pon

martes, 17 de septiembre de 2013

Con el color de los afectos...



    Septiembre…  un mes muy particular…  y este año no es distinto. Una tarjeta apareció en mi correo y en ni facebook con una invitación… y comenzaron a reavivarse los recuerdos.

   Tal vez… sólo sean importantes para unos pocos; tal vez… haga falta para entender haberlos vivido y compartido; tal vez… la distancia en el tiempo me haya permitido comprender su importancia y trascendencia porque seguramente hayan sido el mágico sostén de lo mucho que logramos… crear lazos que perduraran más allá de los muros del colegio.

   Quizás sería bueno comenzar por el principio. El Instituto Cristo Redentor tiene dos turnos con decenas de profesores caminando por sus pasillos y en sus aulas; algunos trabajan sólo en uno de los turnos, otros en los dos; algunos permanecen en él mucho tiempo durante la semana , otros sólo algunas horas; algunos pueden compartir las charlas y el café o el mate de los recreos en la sala de profesores y otros tienen ese tiempo para correr a otro colegio; algunos van y vienen renovándose constantemente  reemplazando a los que están con licencia; no todos están en las aulas y se cruzan en algún momento con tiempo sólo para un ¡hola! o un ¿cómo estás?… una realidad que no sólo es privativa del Instituto y de este momento… pero sí una realidad que hace difícil la comunicación y el acercamiento… y así también era entonces… cuando yo estaba caminando por sus pasillos y en sus aulas.

   Otro tiempo…  el que rememoramos cada vez que nos juntamos los que compartimos aquellos días… tan lejos y a la vez tan cerca del ahora… el que añoramos…  el nuestro… el tiempo en el que pudimos encontrar los momentos, los lugares y las actividades para crear esos lazos que nos permitieron desarrollar nuestra vocación docente, realizar nuestro trabajo y transitar la vida escolar de un modo especial.

   En el mes de febrero pasado nos encontramos con la Hna Paulina en casa de sus hermanas, en un momento de la charla me preguntó ¿te acordás de aquél día de la búsqueda del tesoro? Escuchar estas palabras, cerrar los ojos y verme muy temprano en la mañana recorriendo las galerías del colegio poniendo las tarjetitas con las pistas para la búsqueda… fue instantáneo. ¡¡¡ Cómo no recordar si fue mi comienzo en esa hermosa empresa de crear vínculos!!! Tal vez debería decir… nuestro comienzo, porque la mayoría del personal seglar con los cuales compartí la vida escolar desde mi llegada, nos incorporamos al colegio con  pocos años de diferencia, muy pocos eran los pioneros y llevaban años trabajando en él y recién en 1967 se había creado el turno de la tarde con la aplicación del Plan de Perito Mercantil… el “tiempo nuestro”, el que puedo recordar y de cuyas vivencias puedo hablar.

    Así… con este festejo de los cumpleaños del primer semestre del año… comenzamos la mayoría de los docentes a encontrarnos para conocernos más allá de los libros y de las reuniones formales. Los cumpleañeros estaban vestidos con un atuendo especial proporcionado por los organizadores (los que cumplíamos años en el segundo semestre), atuendo elegido de acuerdo a la personalidad y función de cada uno,  la Hna Paulina era una de las homenajeadas y… lucía como la Mujer Maravilla. La búsqueda del tesoro fue el inicio… después las palabras… los ravioles… los regalos y… el afecto… el que nace del contacto, del conocimiento, de las ganas de caminar juntos a pesar de todos los contratiempos y que comienza lentamente a entrelazar  las vidas.

   Y a ese festejo, le siguieron otros…  el de los cumpleaños del segundo semestre…  los del Día del Estudiante y del Día del Profesor que compartíamos con los alumnos y… empezaron las despedidas de soltero. Ya en el colegio nos era difícil organizarlas por el horario y porque teníamos que invadir la privacidad y el espacio que ocupaban las Hermanas y las internas… entonces comenzamos las reuniones en las casas de los docentes. ¡Cómo olvidar los asados en casa de Graciela D´Elía de Ghiggi o la convocatoria en casa de Perlita Chiavarino para estas despedidas!.  

    Pero  un día… apareció una casa, con un patio adornado con muchas plantas… un quincho…  y una anfitriona… Inés Minni… en realidad Inés Montenegro de Minni… y a partir de ese momento ella fue mudo testigo de todos nuestros agasajos y nuestras fiestas.  Y allí… en esa casa y  en una noche muy especial de fines de mayo de 1981… recuerdo mi despedida de soltera. Hacía frío, pero el quincho y el patio se vistieron de fiesta para el encuentro; imposible olvidar…  fotos conservo sólo una, pero montones de imágenes en la retina y en el corazón. 

   Y así… las ganas de estar juntos y el sentirnos más unidos con cada encuentro, nos motivó a agregar otro festejo…  las despedidas de fin de año. Despedir el año… sólo un nombre para celebrar un acontecimiento distinto, el que empezábamos a preparar a fines de noviembre, el que esperábamos ansiosamente… y para el cual no había que preguntar dónde se realizaba… hasta que Inés se fue del colegio.

     La casa de Inés…   Cacho y los chicos, Matías y Beltrán, ya sabían que su vida cotidiana se vería alterada por una tarde-noche con un bullicio especial, pero que también disfrutaban participando de él en algún momento porque era una algarabía que provenía de una convocatoria con el fin de pasar un rato juntos,  reconocernos, acercarnos, divertirnos… y crear lazos.  
  
    Hoy también hay una cita… distinta… en el Colegio… es la que me propuso esa invitación que hizo aflorar estos recuerdos y que sigue convocándonos como en aquél momento cuando la organizamos por primera vez… reunirnos para homenajear a los que se jubilaron durante el año entregándoles la Tau,  haciendo coincidir el agasajo con el Día del Profesor. 

    Hoy seguramente estaremos allí  festejando en el Instituto,  muchos de los que en el ayer estuvimos reunidos en aquella casa… la casa de Inés… la de las alegrías compartidas… la de las risas sin pausas… la de las placenteras emociones.  La casa de Inés…esa casa… la de la mesa tendida para las charlas sin tiempo… la de los abrazos fraternos para acoger a los nuevos. La casa de Inés... esa casa… la de cálidos rincones donde entibiar las penas… la de apacibles espacios para limar asperezas… la de las puertas abiertas para albergar el encuentro.

    La casa de Inés… esa casa…  la que en mi memoria y en mis sentimientos se engalanaba y pintaba al menos una vez al año con un color especial… ese color que todos llevamos guardado muy celosamente porque para cada uno tiene un matiz particular y único… el asombroso color de los afectos.
  
    La casa de Inés… esa casa…  la del color de los afectos… desde que nos fuimos del colegio, la veo a veces… pintada… pero sólo a veces… con el misterioso color de la nostalgia.


                                                                                                               María Adela Pon



 P/D   Hubo un llamado telefónico y unas palabras...  que quiero guardar sólo para mí.  Gracias Inés!!!




    Es 6 de Enero de 2016....  y hoy  esa casa se ha teñido con el color de la tristeza... su dueña se ha ido.

    Querida Inés, que brille para ti la Luz que no tiene fin.