jueves, 23 de octubre de 2014

Juntos...


    Estuvieron presentes desde el primer día en mi mente y en la mayoría de los escritos que he publicado en este blog, pero creo que llegó el momento de dedicarles algunas palabras en particular… a mis queridos alumnos.

   Desde un 15 de marzo de 1971 fui construyendo mi mundo junto a ellos… y durante 30 años, aunque cada uno por poco trecho de su incipiente camino por la vida, me permitieron acceder a los suyos.

   Cuando ingresé al Instituto comenzaba el primer ciclo lectivo para el 5º año de Perito Mercantil (Sección Comercial), apenas había cinco años de edad de diferencia entre esos alumnos y yo, y muy pocos más con los que ingresaban a su 1º año. Yo traía mi entusiasmo… y ellos aceptaron la propuesta. Una propuesta que en la que basamos todo nuestro trabajo desde el principio, con reglas claras de convivencia, la ubicación de los actores con sus roles…. y un límite… el que no se podía transgredir… el del respeto.

   Con ellos y su aceptación de la propuesta fui entendiendo que podía… que era posible que vocación y profesión lograran fusionarse para conseguir que mis sueños se hicieran realidad… que podía ir aumentando sus conocimientos y vivencias transmitiéndoles los míos y que ellos podían guiarme para acompañarlos en su transitar por esa etapa tan difícil pero a la vez tan maravillosamente cautivante como es la de la adolescencia… y así fue desde el comienzo… reiniciando la experiencia con cada grupo que ingresaba… teníamos cinco años para trabajar juntos enriqueciéndonos mutuamente con la tarea compartida.

    Y así fueron arribando alumnos y otros levantando vuelo, y entre esos recambios… juntos  fuimos descubriendo que cada vez estábamos más implicados  en un proceso en el que diariamente poníamos a prueba nuestra capacidad de trabajar para hacernos merecedores de ese respeto respondiendo al compromiso asumido el uno con el otro… y ellos pusieron el esfuerzo.

   Y así… juntos… fuimos comprendiendo que en cada clase había algo más que una transmisión de conocimientos y habilidades… una exigencia mayor estaba en juego… hacernos  cada vez más responsables de nuestras actitudes y nuestras respuestas frente al otro… y tenía que comenzar por mí… educar con el ejemplo… y fue así que  con ellos y  las características de su edad… yo fui aprendiendo. Y en ese aprendizaje ellos también se involucraron… y juntos fuimos reafirmando las bases del respeto.

   El tiempo que transcurre… los valores instalados en la sociedad modificándose lentamente… pero con mis alumnos nos esforzamos para seguir  manteniendo las bases de ese acuerdo sin importar el lugar de nuestro encuentro… cambiamos seguramente la forma de expresar ese miramiento, acatamiento, atención, deferencia y rendimiento con que se manifiesta ese valor que es el respeto… pero no su esencia,  porque con ellos… yo fui madurando. Sería muy ingenuo y hasta infantil pensar que todo fue fácil, sin controversias y fluyendo naturalmente justo en una etapa muy conflictiva para ellos… la etapa del descubrimiento de la propia identidad y del logro de la autonomía individual… pero… con esa madurez ellos también se involucraron porque fueron comprendiendo que uno no nace con el respeto incorporado… el respeto se enseña y se fomenta y que el actuar con responsabilidad conlleva reflexionar, orientar, valorar y asumir las consecuencias de nuestros actos… porque en esos actos que vamos realizando está implicada  la valoración de nuestra propia dignidad…  y la del  otro.

  Y ese respeto así entendido, sobre el que cimentamos  nuestra tarea de enseñanza aprendizaje, fue el que nos permitió a ellos y a mí, crecer y madurar al mismo tiempo. Yo con mi bagaje de recursos puestos a su servicio… y ellos con su impronta, su difícil período de crecimiento, pero con la opción  de ubicar los espacios para dar  respuestas a las obligaciones asumidas en el tiempo que eligieran… una opción… que desde el comienzo sabían que estaba impregnada de una responsabilidad intransferible… la honra de ese acuerdo.

  Ya van más de cuarenta años de mi primer día en el colegio, y catorce que yo también levanté vuelo… y en cada recodo del camino en el que nos cruzamos ellos y yo…  a veces con una relación más profunda que logramos establecer a través del tiempo, o simplemente por un encuentro casual o una convocatoria especial para el reencuentro… en ese saludo, en ese acercamiento, en ese contacto por internet o en ese abrazo… flotan en el aire las bases de ese acuerdo. 

   Cómo no sentirme plena si ellos contribuyeron a ser esta persona que soy hoy y me impulsaron a lograr que vocación y profesión pudieran fusionarse para conseguir que mis sueños se hicieran realidad. Seguramente por eso en la elección de la dirección de mi correo electrónico no dejé de consignar esa palabra que encierra una opción de vida,  el destino de mi accionar y que ellos me ayudaron a dignificarprofesora. Cómo no mirar hacia atrás agradecida si cada uno de ellos me permitió entrar a cultivar y enriquecer su mundo y al mismo tiempo modificar y fortalecer el mío…  juntos… como no podía ser de otra manera… ellos, yo… y ese límite que ninguno podíamos transgredir… el del respeto.






                                                                                                                     María Adela Pon

martes, 7 de octubre de 2014

Hacedores de su vida… custodios de su historia



   Cuando llegué al Instituto en 1971, comencé a mirar “ese lugar” desde otra perspectiva. Traía en mi valija un montón de sueños… y en mis manos… un puñado de papeles que acreditaban mi competencia para empezar a formar parte de esa Institución.

    Allí estaban como Secretaria la Hna Celine Quatacker, una Hermana belga que llevaba el nombre de Hna de Montfort y que había llegado a Argentina  en 1953 con 24 años; y como Prosecretaria la Hna María Teresa Van Opstal formada en el Noviciado de Paraná. Dos Hermanas… Bélgica y Argentina… reunidas en un lugar y en una tarea…  fueron las depositarias de “esas”… mis credenciales… las que guardaron cuidadosamente en “mi Legajo personal”.  Ellas fueron las primeras protectoras de mi biografía… porque desde que llegaron a sus manos dejaron de ser simplemente papeles… para transformarse en la historia de mi vida docente contada de un modo único y particular.

   En ese Legajo comenzaron lentamente a plasmarse los hechos acontecidos en mi vida relacionados con mi vocación y accionar docente. Allí puedo encontrar  los cambios  en mi  situación de revista durante 30 años a través de las innumerables Certificaciones de Servicios, desde la primera hasta la última que presenté al iniciar los trámites para mi jubilación; allí están las Constancias de los sucesivos Cursos de Perfeccionamiento realizados, contando así mi crecimiento en el orden profesional y cuyos frutos se fueron reflejando en las Hojas de Concepto para el Personal Docente … Pero también en ese Legajo están escritos los momentos trascendentes que tienen que ver con mi vida personal. Sé que puedo encontrar entre sus hojas las Licencias otorgadas… la que indica el momento de la formación de mi familia  cuando comencé a transitar un nuevo camino de la mano de mi marido… la que anunciaba el nacimiento de mi hija… las que fueron contando los momentos de enfermedad… las que consignaron la partida de mis seres queridos… todo está allí.

   Pero sé que si sigo mirando… y si abro las puertas de los armarios… la vida de la Institución y de los miembros de la comunidad del I.C.R. irá apareciendo lentamente ante mis ojos. Infinidad de Legajos,  Libros de Actas de Reuniones Generales y por Áreas, Libros de Actas de Exámenes, Registros de Asistencia del personal y alumnos, Planillas de Calificaciones elaboradas por los docentes, Registros de Calificaciones anuales elaborados por los preceptores, Libros Matrices, Archivos de los distintos Proyectos Institucionales puestos en marcha, Reglamentaciones y comunicaciones recibidas y enviadas… me la irán contando… porque detrás de cada papel allí archivado… hay una historia. 

   Por eso sé que si hasta allí me acerco podré recordar a mis alumnos… sus esfuerzos, sus logros y sus frustraciones… y hasta podría observar sus caras y reconocerlos si me pusiera a mirar detenidamente las fotos que han dejado como testimonio de sus viajes de egresados y que están adornando las paredes de la Secretaría.

   Por eso sé que si hasta allí me acerco podré reencontrarme con mis compañeros de ruta para revivir  momentos compartidos… con sólo husmear en sus legajos o listados buscando direcciones y teléfonos para comunicarnos.

   Por eso sé que si hasta allí me acerco podré desandar el camino para hablar de todo lo sucedido tras los muros de mi querido Instituto desde su nacimiento… y no solamente lo sé… es lo que he podido hacer… contar la historia… a veces desde mis recuerdos… y otras muchas desde los papeles celosamente guardados en ese lugar.

   La Hna Celina (fallecida en el año 2007) y la Hna María Teresa (que en la actualidad vive atendida y muy cuidada en Casa Van Damme que es el hogar para las Hermanas ancianas)  se fueron en su momento del Instituto para ir a cumplir sus tareas en otros destinos, pero otras personas siguieron sus pasos con el mismo empeño y la misma responsabilidad. Por eso pude compartir mi camino, en el turno de la mañana, con las Secretarias Nélida Manfredi, Olga Callieri de Pross, Claudia Varisco y desde el 1 de abril de 1987  con  María de los Ángeles Barrientos de Cettour una muy querida ex alumna que hasta la fecha continúa en esta función. Y en el turno de la tarde, el trato cotidiano me llevó a compartir con las Prosecretarias Teresita Ábrigo (otra querida ex alumna), la Hermana Miguelina, Silvia Alba de Lalloni, Alicia Romero y desde el 14 de Octubre de 1991 con Inés Susana Green que a la fecha se encuentra realizando los trámites para su jubilación.

   Por eso sé que si hasta allí me acerco podré encontrar el mismo silencio en medio del trabajo, el mismo respeto en medio de la búsqueda de soluciones, la misma responsabilidad en el cumplimiento de las obligaciones aún en medio de los cambios y de las tormentas

   Pero fundamentalmente también sé… que a la distancia… podré esperar tranquilamente el llamado convocándome para seguir participando de esos acontecimientos muy caros a nuestros sentimientos y recuerdos; un llamado que siempre llega porque… en “ese lugar”… están la Secretaria, Prosecretaria y Personal Administrativo del ICR… incansables hacedores en papeles de su vida… protectores de nuestros huellas… atentos vigilantes de la memoria comunitaria… fervorosos custodios de su historia.

   Y por todo esto sé… que no puedo terminar este escrito sin dejar de repetir lo que muchas veces he consignado en este blog ¡¡¡Gracias Mery e Inés, sin la ayuda de ustedes proporcionándome los datos que necesitaba en las distintas investigaciones, mi tarea hubiese sido mucho más ardua y difícil!!! ¡¡¡ Gracias por allanarme el camino!!!





                     María Adela Pon


viernes, 19 de septiembre de 2014

Más que un Templo...



    En la vida de las personas y de las Instituciones hay fechas significativas con las que van  armando su propio calendario al ir incorporándolas con el devenir de su historia… y el 15 de Agosto… es  una fecha para celebrar en mi querido Instituto. Tal vez sería bueno desandar el camino, volver a consignar algunos hechos ya contados y relacionarlos con otros… para comprender.


    Un 15 de Agosto de 1715 Juana Teresa Crombeen, nacida en Bélgica el 19 de junio de 1652, funda la “Reunión de Hijas Espirituales”. El 21 de julio de 1831, con la independencia de Bélgica es reconocida como Congregación y es en 1883, que Monseñor Bracq Obispo de Gante, dio a la Congregación el nombre de “Hermanas Franciscanas de Gante”, les prescribió las Santas Constituciones  en la forma como hasta hoy se observan y las puso bajo la protección especial de San Francisco de Asís y como segundo patrono les señaló a San Vicente de Paul.  En 1893 Monseñor Teófilo Van Damme fue quien hizo posible la llegada de esta Congregación a la Argentina. 

   El día 1 de Noviembre de 1950, el Papa Pío XII definió solemnemente el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María a los cielos con estas palabras: “Proclamamos, declaramos y definimos ser Dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue elevada a la gloria celestial en cuerpo y alma” (Constitución Apostólica “Munificentísimus Deus”). El Concilio Vaticano II recoge y expone la fe de la Iglesia universal con estas hermosas palabras: “La Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original, terminado el decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial y fue ensalzada por el Señor como Reina Universal con el fin de que se asemejara de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte” (LG 59).

  Esta solemnidad se celebra el 15 de agosto la Capilla del Complejo Educativo Cristo Redentor lleva su nombre… y el 15 de Agosto de cada año festeja la Fiesta Patronal de su Capilla. Y… seguramente porque esta fecha es muy cara a los sentimientos de las Hermanas es que eligieron un 15 de Agosto  para realizar la reapertura del Noviciado, fue en 1979 como comienzo de su tercera etapa y así lo consigné en Testimonios, recuerdos, vivencias… iluminando la historia.

    La Capilla “La Asunción” se encuentra ubicada al lado del Instituto sobre Av. Ramírez. A fines de junio de 1953 tenían el terreno disponible y estaban en condiciones de empezar la obra. En 1954 se comienza la excavación para los cimientos y edificación del salón del subsuelo y las sacristías. La piedra basal para su construcción fue colocada el 4 de noviembre de 1956, presidió la ceremonia el Obispo de la ciudad Monseñor Toribio Guilland, siendo la Madre Ladislada la Superiora Provincial de la Congregación (1954 – 1960). El edificio actual fue Consagrado el 11 agosto de 1963 por Monseñor Adolfo Tortolo; en ese momento era Superiora Provincial la Madre Pudenciana quien estaba ejerciendo el Gobierno Provincial en su segundo período (1960 a 1966; el primero lo había ejercido de 1942 a 1954). El Arq. Ecio Bertellotti realizó los planos y la dirección de obra estuvo a cargo del constructor José Ghiggi. La marmolería del altar y broncería se encomendaron a los Sres Mastrángelo y Ojanguren y los mosaicos al Sr. Carmelo Ingui. 

    Surge como Capilla del Instituto Cristo Redentor, construida en seis etapas, y sostenida por la Congregación de las Hermanas Franciscanas de Gante quienes dedicaron el Templo a María Santísima, poniéndolo bajo el título de Nuestra Señora de La Asunción. El sueño de su construcción comenzó precisamente cuando se empezaban a recorrer los segundos 50 años de su nacimiento. El Templo descuella por su tratamiento integral, donde se observa ladrillo a la vista, grandes vitrales y una llamativa cubierta de tejas de fuerte pendiente.

    En su interior se destacan la nave central con su Altar Mayor casi desprovisto de imágenes, sólo se encuentran allí una gran Cruz con la custodia de dos Ángeles que portan de lámparas de iluminación, las banderas Papal y Argentina, una imagen de La Asunción tallada en  madera por una Hermana Claretiana de la Provincia de Córdoba por encargo de la Hermana Inés Rochás  y que fue colocada en la década de 1990  y  una foto de Monseñor Teófilo Van Damme.  A los costados de la nave central se encuentran las dos naves laterales cada una con un pequeño altar con las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús, San Francisco de Asís y San José en uno de ellos y en el otro la Virgen de la Medalla Milagrosa. Hay dos escaleras ubicadas a ambos lados de la entrada del Templo que llevan a las galerías superiores y al campanario, se distinguen sus grandes vitrales para el ingreso de la luz y… un notable vitraux central que representa La Asunción de la Virgen con una inscripción en latín: Signum Magnum Aparuit in Caelo (La gran señal apareció en el cielo) que fue realizado en el momento de la construcción de la Capilla. El 8 de Diciembre de 2009 se procedió a la bendición de un nuevo vitraux que representa La Anunciación (Yo soy la Servidora del Señor) y el 30 de Enero de 2011 de otro que representa las Bodas de Caná (Hagan lo que Él les diga). Ambos vitrales fueron realizados por el artesano local Alberto Bartolini. 

   Su primer Capellán fue el Padre José  Finocchi y en 1988  pasó a depender de la Parroquia Nuestra Señora de Luján ubicada en la ciudad de Paraná terminando así la etapa de los Capellanes. 

    Estos son los datos… pero faltan las vivencias… y la Hna Paulina Fontana desde Tintina, con sus 90 años y una memoria increíble para los hechos y las fechas, vino en mi ayuda con un relato delicioso que quiero transcribir para no perder lo que está escrito entre líneas… lo que trasciende de su lectura:


   “Corrían los primeros días de enero de 1952,  yo acababa de concluir el secundario con el título “MAESTRA NORMAL NACIONAL” Y CATEQUISTA,   ¿mi futuro? no lo conocía, dependía de la Autoridad Provincial, Madre Pudenciana y Consejo. ¿Qué destino me esperaba? Aún así a todas nos inquietaba la construcción de la Capilla del Colegio CRISTO REDENTOR, la existente era muy chica para acoger tanto alumnado. Qué le propusimos a la Superiora Provincial?...

   En los fondos, detrás de la cocina de entonces había un cuartito donde se guardaba la leña para el horno donde se cocinaba el pan, amasado por las Hnas. El cuarto lindaba con un terreno y creíamos que con la desaparición de ese cuarto, sería el primer paso para la construcción de la nueva Capilla.

  Recibimos la autorización para sacar el techo del cuarto. A la tardecita del día 2 de enero de 1952 las más jóvenes comenzamos la tarea, vestidas con hábitos blancos, que se usaban para blanquear, subimos al techo que no tenía más de un metro cincuenta de altura. Entre las valientes estábamos las Hnas: Cecilia Fontaneto, Teófila, Sofía Gassman y yo (no recuerdo quien más)… con tenazas y otros elementos para sacar clavos, alambres etc, fueron minutos de trabajo… un accidente, yo me caí de cabeza al piso entre algunos escombros, fue por un momento como un mareo, no sé qué pasó, todas las Hnas que presenciaban la escena corrieron a auxiliarme, un golpe sin graves consecuencias… así terminó nuestra tarea… el cuartito siguió prestando los servicios… la futura Capilla esperaría su construcción hasta que nuestras autoridades, Madre Provincial y Consejo, solucionaran el problema para que el terreno quedara libre de una o dos familias que alquilaban esos pocos metros.

 Pasó el tiempo, a mí y a la Hna Rosita Heit nos enviaron a Buenos Aires  para hacer las carreras de Profesorado en CONSUDEC. Pasaron 4 años… nos reunimos y las dos fuimos destinadas al Instituto “Niño Jesús” de Paso de los Libres, Corrientes.

  Ya lejos del trajín del Cristo Redentor, no supe todos los vaivenes de lo que pasó con la construcción de la Capilla del Cristo. Sí sé que durante el Gobierno Provincial de la Madre Ladislada, comenzó ese gran trabajo. ¿Dificultades?... no faltaron.”


     Así me fue narrada una más de las innumerables manifestaciones de las ansias de las Hermanas por tener “esa” Capilla, la que desde 1936 los Diputados Demócratas Nacionales Dr Pedro Radio y el Ingeniero Juan Francisco Morrogh Bernard viendo la necesidad de una Capilla más grande, se comprometieron a conseguir los fondos y sugirieron hacer los planos con el proyecto. En 1949 se realizó la primera colecta y lograron comprar en Agosto del mismo año, un terreno lindero al Instituto en la dulce espera de ver realizado el proyecto en un día no muy lejano”, dato que así fue consignado por las Hermanas en el Libro de Oro del Cincuentenario. También se trabajó para  la reubicación de los vecinos ocupantes de esos terrenos, que son los problemas que la Hermana Paulina hace referencia en su escrito. 


    Y…  como continuando el relato iniciado por la Hermana Paulina, vino esta vez en mi ayuda Ana María Giménez una ex alumna que terminó su escuela secundaria en 1963 y luego ejerció su vocación docente como Profesora de Educación Física, compañera de ruta y con la cual sigo manteniendo esa amistad nacida en el primer año de mi llegada al Instituto. Ana María así me cuenta: “En la escuela primaria íbamos a la Capilla que estaba en el Colegio donde hoy es el salón de Usos Múltiples. Para realizar la nueva Capilla La Asunción todos los días pasábamos a dejar los ladrillos que llevábamos y para recaudar fondos se realizaban kermeses, ferias de platos y plantas, se recibían donaciones de familias y de Bélgica; la Comisión de Padres y las Hermanas trabajaron mucho para lograrla.

  Recuerdo que la Misa de acción de Gracias al terminar 5º año ya la hicimos ahí junto a nuestros padres, familiares y amigos. Fuimos las primeras egresadas que tuvimos el honor de ser despedidas en la nueva Capilla.

    Los vitrales siempre me emocionaron por la entrada de la luz y para mí el  vitral  de  La Asunción es algo sublime y cada vez que lo veo, trae a mi mente recuerdos inolvidables porque trabajamos mucho dentro de la Iglesia en encuentros con los jóvenes y profesores.”


    Y a estas vivencias… quisiera agregar otra que tiene una connotación distinta porque  nace de una investigación realizada para el Centenario del Instituto por Juana Cian de Oroño (Pochy), Bibliotecaria del turno de la tarde, una compañera y amiga, a la cual ya he mencionado en Cuando uno se enamora…   y que está basada en  los escritos dejados por la Hermana Anunciación en relación con el tema: “… La puerta gótica de la Capilla encargada el 2 de octubre de 1959, se entregó recién en el mes de julio del año 1960…  El viento frío de las cinco de la mañana que no divierte en los meses de invierno, había provocado repetidos temblores, resfríos… y sobre todo, nuestro buen Capellán, José Finocchi, de setenta y dos años, con su temperamento friolento, se había quejado de esta famosa abertura de 3,5m por 5m tapada con una puerta vieja, varias chapas de cinc, unas lonas cuyas hendijas permitían al viento cantar sus melodías triunfantes.

 De estilo simple, sin naves, o suntuosa y de estilo europeo.

… Nuestra Historia Nacional sufre marchas y contramarchas. Los dirigentes políticos dan tantos pasos equivocados que nos encontramos con la gran traba del año 1955; persecuciones religiosas, atributos de un poder terrenal con veleidades divinas.”

  Pochy consigna luego: Los párrafos anteriores muestran algunos de los hechos que fueron obstaculizando la construcción de la Capilla y sirven también para ubicación del lector en el espacio y tiempo. Fácil hubiera sido copiar textualmente la fabulosa narración hecha primero por la Hermana Catalina y luego por la Hermana Anunciación sobre la historia de la Capilla “La Asunción”, pero para conocerla en extensión existen los archivos de nuestro colegio o los planos en la Asociación Civil del Instituto Cristo Redentor.

   Lo que sí debemos destacar es que en las distintas etapas de su construcción, las Hermanas se encontraron con muchos inconvenientes de índole monetario, geográfico, social, religioso, político pero nunca la desesperanza o el miedo les hicieron claudicar en sus objetivos.

   Cimientos, excavaciones,  cañerías, columnas, naves, presupuestos, mampostería, planos, enrejados, encofrados, andamiadas… son todos términos convergentes hacia la construcción y erección de esta casa de Dios, la última en suelo paranaense de estilo gótico, aunque trunca su torre por falta de presupuesto; pero tal vez esa torre inexistente hoy visualmente se supla invisiblemente con la tenacidad, la fe, la responsabilidad y tesón de las Hermanas, más el aporte de los fieles laicos, alumnas, vecinos en general y conformen una oración que se eleva constantemente al cielo, más allá de una torre de concreto como otros edificios góticos en otros tiempos y en otras latitudes.

  De las metáforas y otros adornos lingüísticos de la Hermana Anunciación se aprecia que toda la construcción se hizo artesanalmente: ni máquinas, ni andamios metálicos plegables, todo fue realizado mano a mano, minuto a minuto, de sol a sol… “Cuando cantaban cuatro rondanitas su canto de perseverancia, mientras las sogas tiradas por los peones de albañil suspiraban al elevar a tal altura los baldes de hormigón… uno y otro…, durante horas, desde las siete de la mañana hasta las dos de la tarde… nos sentíamos emocionadas.” Carpeta Nº 6- Construcción de la Capilla, pág 27.


   Datos… testimonios…escritos… vivencias….aunados para consignar el nacimiento de la   Capilla La Asunción… que si bien es una Capilla semipública abierta a la comunidad porque se celebran las Misas dominicales y desde el año 2000, con ocasión del Jubileo Universal se obtuvo el permiso para impartir el Sacramento del Matrimonio y realizar algunos Bautismos, para mí fue y seguirá siendo la Capilla del Cristo, la Capilla del Complejo Educativo, una parte más del Instituto donde nos juntábamos para tener otros momentos de encuentros, si bien distintos, pero que no dejaban por eso de formar parte de nuestro Proyecto Educativo… la educación a la luz de la Fe. Una Capilla que guarda entre sus muros la emoción de esos momentos especiales como los Bautismos de los niños y adolescentes de la escuela, las Primeras Comuniones y Confirmaciones de los alumnos de las Escuelas Primarias, las Misas de Egresados a la terminación del plan de estudios de los distintos Centros Educativos  que integran el Complejo. Cómo no recordar las visitas a las aulas del Padre Gabriel Battello, del Padre Andrés Senger, del Padre Mario Taborda… para charlar con los chicos y docentes e invitarnos a recibir el Sacramento de la Penitencia. Cómo olvidar las celebraciones de Catequesis, las celebraciones en relación al Patrono de la Congregación  San Francisco de Asís y La Asunción… y también las tristezas por la despedida de las Hermanas y miembros del personal del Establecimiento que se nos adelantaron en la partida a la Casa del Padre.


  Capilla La Asunción… una Capilla a la que desde su inauguración las Hermanas dedicaron su tiempo y sus esfuerzos también para mantenerla. Recuerdo a la Hermana María Mercedes Folmer siempre presente en todas las celebraciones que allí se realizaban porque era la encargada de atender todo lo relacionado con ella y desde hace unos años esta tarea la realiza la Hermana Miguelina, como bien lo consigné en Con la complicidad del silencio…


   Capilla “La Asunción”… la expresión más visible de lo que la Congregación de las Hermanas destaca en su Ideario para sus Centros Educativos y los Proyectos Institucionales de cada uno de ellos… que sean evangelizadores y un lugar de encuentro y acogida personal en Cristo, que sean transmisores de los valores evangélicos y que eduquen a la luz de la fe para el servicio y la justicia social porque están organizados desde la óptica de las necesidades de los pobres.


  Capilla “La Asunción”… la Capilla del Complejo Educativo Cristo Redentor… indiscutiblemente… más que un Templo.








María Adela Pon