La Tau “T” es la última letra del alfabeto hebreo. Decimonovena letra
del alfabeto griego, que corresponde a la que en el nuestro se llama “te”. Pero es también una señal o signo, todo un
símbolo.
En la Leyenda Mayor, S.
Buenaventura nos habla de que San Francisco sanaba heridas y enfermedades con
este signo. “Se ha de notar que el Santo veneraba con gran afecto dicho signo:
lo encomiaba frecuentemente en sus palabras y lo trazaba con su propia mano al
pie de las breves cartas que escribía, como si todo su cuidado se cifrara en grabar el signo tau -según el
dicho profético- sobre las frentes de
los hombres que gimen y se
duelen (Ez 9,4), convertidos de veras a Cristo Jesús” (LM 4,9).
Desde el siglo II
aparece en las catacumbas; se usó también en Egipto y en todo el Oriente. La
llevaron los cruzados sobre todo después del discurso de apertura del IV
Concilio de Letrán (1215) pronunciado por Inocencio III y que versó sobre el
tema: “Señala con una Tau la frente
de los justos”. Es verosímil que San Francisco de Asís asistiera a ese Concilio
ya que Inocencio III había aprobado oralmente su Regla y se iba a tratar el
tema de las nuevas Órdenes. Allí el Papa predicó sobre Ezequiel 9 y llamó a todos los
cristianos a hacer penitencia bajo el signo de la tau, signo de
conversión y señal de la cruz.
La taw hebrea, o la tau griega,
estaban de moda en tiempos de Francisco. Para
Francisco era, igual que la cruz, el signo de la salvación y de la redención. Y
así como la salvación se llevó a cabo mediante la cruz, con sufrimientos y
dolores, así también el discípulo de Jesús está llamado a seguir el camino de
la cruz.
El P. Damien Vorreux se dedicó en su libro Un symbole
franciscain, le Tau. París, Ed. Franciscaines, 1977, 107-109, a describir
el simbolismo que la Tau tenía en Francisco: «La Tau es para él (Francisco) certeza de salvación (a causa de la
victoria de Cristo sobre el mal)... La Tau es para él la universalidad de la
salvación. Por tu santa Cruz redimiste
al mundo: tal es el final de la oración que sus hermanos y él recitaban
cada vez que divisaban una cruz (1 Cel 45; Test 5). La Tau es para él el
símbolo de conversión permanente y de desapropiación total... La Tau es para él
exigencia de misión y de servicio a los demás, porque el Señor se hizo siervo
nuestro hasta la muerte. Francisco será también, por lo mismo, siervo de Dios y
siervo de sus hermanos... La Tau, finalmente, es para él signo de la bondad y
del amor de Dios...».
.
La tau era su signo preferido desde
antes de dedicarle el pergamino a Fray León. Precisamente por ello puede Fray
León entender la tau en el sentido en que la entiende Francisco y tener
en gran estima, como un autógrafo, el pergamino que contiene la
bendición y que lleva la letra manuscrita e inconfundible de Francisco.
La Tau acompañó todo nuestro caminar por tantos años y tantos
acontecimientos en el colegio; en momentos especiales aparecía con más fuerza
para indicarnos que ahí estaba señalando el rumbo; bajo distintas formas de
presentación se la podía ver sobre todo durante la semana alrededor del 4 de
octubre de cada año para los festejos en honor de San Francisco, como signo
indiscutible de su representatividad.
Y con este sentimiento
nació, por la iniciativa y el accionar de los integrantes del Área de Ciencias Exactas, para
todos los que de alguna forma estuvimos y nos sentimos partícipes de la
comunidad del ICR en la sección secundaria: lucirla orgullosos sobre nuestro
pecho porque representa el signo inequívoco de la pertenencia a ese lugar, el
que construimos con dedicación y esfuerzo, en el que ya no estamos porque nos
jubilamos, pero lo seguimos sintiendo nuestro porque sembramos en él,
entrelazamos nuestras vidas en él y permaneceremos
ligados a él a pesar de la partida porque
fue y es “nuestro lugar”.
¿Cómo no sentir al colegio
“nuestro lugar” si trabajamos arduamente para que así fuese? ¿Cómo despedirnos
de allí sin llevarnos ese signo para que simbolizara nuestra pertenencia a él? Por eso la Tau colgada de nuestro cuello, nos sigue acompañando a cada uno de
los que de a poco nos fuimos despidiendo del contacto diario y la tarea
compartida; es el signo que tiene la virtud de recordarnos que, cada uno con
sus posibilidades y responsabilidades, fue artífice de ese lugar llamado
Instituto Cristo Redentor, nuestro lugar de encuentro y crecimiento, “nuestro
lugar del trabajo y la vocación” por siempre.
María Adela Pon
Si te interesa conocer otros escritos publicados en este blog referidos a San Francisco, su filosofía de vida y el espíritu franciscano, te sugiero Un Santo patrono muy especial..., La oración que San Francisco... podría haber escrito, Las imágenes que se fueron gestando... desde 1979, La Cruz de San Damián, Un tributo a la amistad..., Algo más que una pintura... una imagen... una estampa
María Adela Pon
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