Seguramente las elecciones de vida hacen que
muchas veces los seres humanos que confluimos en un punto del camino e
iniciamos juntos nuestra marcha, en un momento determinado nos separemos, y lo
mejor que puede pasarnos es reencontrarnos en algún recodo del sendero con esas
personas que marcaron nuestra historia de alguna manera… y eso fue lo que me
pasó con la Hna Paulina.
Cuando comencé a escribir este blog, el
rostro de la Hna apareció en mis pensamientos y dediqué para ella unas
sencillas pero sentidas palabras en Con sólo nombrarla…. A través del contacto con otras Hnas de la Congregación,
pude comunicarme con ella y también enviarle ese escrito con la
intención de hacerle saber de que, a pesar del tiempo y la distancia, seguía
presente en mi recuerdo. Así comenzó una comunicación que hacía muchísimos años
había interrumpido… Si me preguntara ¿por qué justo en este momento? podría
responder sin temor a equivocarme, que seguramente porque Dios quería cruzarnos
otra vez, pero en esta ocasión para brindarme la posibilidad de contribuir con
mi testimonio y celebrar juntas la entrega de un premio que la Hna Paulina Fontana recibió el pasado 14 de septiembre en el Colegio del
Salvador en Buenos Aires, nada más y nada menos que la Distinción “Divino Maestro” que otorga el Consejo Superior de Educación
Católica.
Esta Distinción “Divino Maestro” fue instituida por el Consudec, organismo oficial de la Iglesia de carácter
nacional que representa a la educación católica argentina organizada en Juntas
Diocesanas, en el año 1977 y
se ha concedido en forma ininterrumpida desde entonces. Se originó en la
inquietud por destacar a sacerdotes-religiosos y religiosas, laicos y laicas, quienes
en sus Diócesis y Provincias desarrollan o han desarrollado una labor
apostólica-educativa en profundidad, viviendo su compromiso de fe en el mundo,
considerando que su ánimo ha sido y es convocado por la meta de la madurez
cristiana que es Cristo. Por ello son o han sido reconocidos por la
Comunidad Educativa toda, como docentes que han comprometido su
vida con una preocupación capital: la formación de niños y
adolescentes en establecimientos de gestión privada y/o estatal.
Fue así que
el viernes 14 de septiembre viví un acontecimiento especial, en el día de la
Solemnidad de la Exaltación de la Cruz y en la trigésimo sexta edición del otorgamiento de esta Distinción, la Hna Paulina recibió la tradicional estatuilla
que se
entrega como reconocimiento a la tarea de hombres y mujeres que, durante toda
la vida, han dedicado sus esfuerzos a la educación como docentes en todo el
país y son reconocidos por generaciones de estudiantes como auténticos
maestros. Fue propuesta para tal distinción por la Junta Diocesana de Educación Católica de la Diócesis de Añatuya,
Santiago del Estero, y junto con ella, setenta y nueve docentes más recibieron
ese galardón
La estatuilla que le entregaron sigue el tipo
iconográfico de Jesucristo, “Maestro de Verdad” derivada de las estatuas del
período grecorromano y fue elaborada artesanal y especialmente por las Hermanas
de Clausura del Monasterio de Santa María en la Santísima Trinidad de Merlo,
Provincia de San Luis. En esa estatuilla “el Maestro” lleva una túnica larga, en
la mano izquierda sostiene los Evangelios y en la mano derecha ejecuta el gesto
de la bendición.
La Santa
Misa de Acción de Gracias fue presidida por el Presidente de la Comisión
Episcopal de Educación de la CEA, S.E.R. Mons. Héctor Aguer a partir de las
17.30 hs en la Iglesia del Salvador (Callao y Tucumán- Capital Federal) y
concelebrada por Monseñor Carlos Malfa, Monseñor Martini, el P. Alberto
Bustamante y sacerdotes provenientes de todas las Provincias de la Patria.
El Acto Académico y Ceremonia de entrega de
las distinciones comenzó a las 18.30 hs en el hermoso Salón de Actos del
Colegio del Salvador y fue conducido por Héctor Garabal. El Presidente del Consudec,
P., Alberto Bustamante dio la bienvenida a todos con emotivas palabras que
invitaron a imitar a "estos hermanos que han seguido el ejemplo de Cristo
Crucificado". Allí estaban presentes no sólo autoridades eclesiales,
civiles y educativas sino también todos aquellos que tuvimos el privilegio de
emocionarnos cuando el galardonado a quien acompañábamos, se acercaba a recibir
el reconocimiento a su entrega generosa y profunda.
Al ver a la Hna Paulina con sus 88 años,
recibir la estatuilla de manos de la Responsable de la
Provincia Argentino-Chilena de la Congregación Hna Silvia Tulissi, con la misma
calma y la misma serenidad de siempre… en un instante se agolparon en mi mente
muchos de los recuerdos atesorados durante los nueve años compartidos en el
colegio.
Estaba mirando a la misma Hna Paulina que con la firmeza de sus convicciones,
mantuvo en pie al Instituto y unida a la comunidad durante esos difíciles años;
y porque sabía que debía fortalecernos desde lo profundo, desde lo interno, de
lo que va más allá de lo pedagógico, para que lográramos ser rocas firmes apuntalando
sus cimientos, buscó denodadamente aunar todos los recursos de que podía
disponer, tanto humanos como materiales, hasta lograr hacer carne en su
personal el Espíritu Franciscano para que pudiese fructificar a través nuestro
y así centrar toda la actividad del Instituto bajo ese Carisma.
Estaba contemplando a esa Hna Paulina que propició de todas las
formas posibles los inestimables espacios
para los encuentros. Esos encuentros que hacen falta para que el proceso de
enseñanza-aprendizaje sea genuino porque va más allá de una simple transmisión
de conocimientos y habilidades. Esos encuentros que llevan a la comprensión
porque hubo tiempo para el conocimiento mutuo. Esos encuentros que conllevan a
alegrarnos juntos y disfrutar con los festejos porque permiten estrechar los vínculos y crear los
lazos. En definitiva, esos encuentros que facilitan la entrega porque
estuvieron dados los momentos para decidir el compromiso personal con el
proyecto.
Estaba compartiendo la alegría de este premio con esa Hna Paulina que, junto con el apoyo de sus Directoras de Estudios
y sus docentes, pensó estrategias para sus alumnos y trabajó para lograr
incorporar instrumentos que no estaban
dentro de los planes de estudios pero que consideraba fundamentales implementarlos,
algunos que les servirían para su crecimiento intelectual y para ayudarlos a
cursar sus estudios más provechosamente y otros, en función de su crecimiento
personal para que pudiesen desplegar sus alas fortalecidos por ese Carisma
Franciscano de fe, amor y fraternidad, una vez que dejaran el amparo del
colegio.
A esa Hna Paulina que, desde que ingresó a
la misma entregó su vida a la Congregación, que puso su trabajo a disposición
de sus hermanos en cada lugar donde le tocó estar y sus esfuerzos al cumplimiento de su misión…
a esa Hna Paulina estaba mirando en el momento en que, con una amplia sonrisa,
su humildad, su alegría y con la satisfacción del deber cumplido, estaba
recibiendo ese merecido premio de las manos de la. Hna Silvia de quien había
sido su Maestra de Novicias durante los dos años de su noviciado y con quien también había compartido siete años de trabajo en la misma comunidad de Tintina, "su casa" desde hace más de 20 años.
Los
caminos que se cruzan, las distancias que se acortan, las personas que se
encuentran, los recuerdos que reviven, las alegrías que se comparten, una
Distinción más que merecida… todo junto en un 14 de septiembre, un regalo de
cumpleaños anticipado… una caricia para
el alma.
No quisiera cerrar este artículo sin
mencionar, aunque sea muy sucintamente, las tareas desempeñadas por la Hna Paulina y por las que, por su dedicación y
entrega, hoy recibió este reconocimiento.
Datos
biográficos
La Hna Paulina nació en Villa Fontana, provincia
de Entre Ríos, el 29 de Junio de 1924. Entró al Postulantado de la Congregación
en 1942, en el Instituto Cristo Redentor; allí también realizó el Noviciado,
los primeros votos en 1945 y los votos perpetuos el 16 de enero de 1948.
En 1951 se recibió de Maestra Normal Nacional
y en 1956 obtuvo el título de Profesora en Letras en Consudec.
En su caminar docente fue Maestra y Profesora
en el Instituto Niño Jesús de Paso de los Libres, Corrientes; Rectora y Profesora
en el Instituto San José de Chajarí, Entre Ríos; Rectora y Profesora en el Instituto
San Francisco de Asís de Alcorta, Santa Fe; Rectora y Catequista en el
Instituto Cristo Redentor de Paraná, Entre Ríos; Profesora y Catequista en el
Colegio Fray Mamerto Esquiú de Tintina, Santiago del Estero.
Pero la docencia no se circunscribió sólo a
los Colegios de la Congregación, también fue Encargada de Formación y Maestra
de Novicias.
Hace un tiempo, realicé un escrito que
titulé Esas incansables itinerantes del servicio… y creo que la Hna Paulina es un fiel ejemplo de lo allí
consignado.
María Adela Pon
Si te interesa conocer más sobre la Hermanas de la Congregación te sugiero otros escritos del blog como Con sólo nombrarla..., Un comienzo... que se renueva, Esas inacansables itinerantes del servicio..., Hay una palabra...
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